«Stalin no fue una cucaracha que se apareció por casualidad en la “fosa séptica” de la URSS, sino la consecuencia natural de la locura totalitaria que había instaurado Lenin. Y Osip Mandelstam lo supo ver muy bien, en el otoño de 1933, y se atrevió a escribirlo en un poema, sólo porque él mismo, tal como le dijo al juez instructor que le interrogaba, se consideraba...
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