En todo tema de aguas que se precie, lo importante es esperar a que dejen de bajar revueltas, regresen a su cauce y posteriormente extraer conclusiones. En el caso de Ferrol, a lo que hubo que aguardar fue a su salubridad. No fue la sangre lo que llegó al río, sino el trihalometano, y de allí no había quien pudiera beber. El presidente de la empresa que gestiona...
Suscribete para leer la noticia completa: