Para evitar sobresaltos, lo seguro es decir lo que Fernán Gómez: «¡Deje de admirarme!»
Una vez, mientras saludaba al público antes de un programa, me plantaron un beso en los labios, sin que me diera tiempo a hacer la cobra, como Carbonero a Casillas. Lo curioso es que el ósculo me lo robó una fan, aunque, todo sea dicho, lucía el bigote al rape de Aznar. Hay...
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