El obispo se convirtió en beato a pesar de la ultraderecha y de las reticencias de parte de la izquierda salvadoreña ante lo que considera ceremonia descafeinada de un martirio que tuvo más motivos políticos que religiosos.
Treinta y cinco años después de que una bala del calibre 22 disparada por un francotirador de los escuadrones de la muerte reventara el corazón...
Suscribete para leer la noticia completa: