Desde la última erupción del Vesubio en 1944, Nápoles no vivía una jornada tan trepidante como la de ayer. El Papa Francisco fue desatando el entusiasmo por toda la ciudad: desde el barrio camorrista de Scampia hasta la plaza mayor del Plebiscito, desde la cárcel de Poggioreale hasta la catedral, donde se licuó fuera de fecha la sangre de San Genaro, un prodigio...
Suscribete para leer la noticia completa: