Nada surge por generación espontánea. Tampoco los drones. La leyenda cuenta que la semilla del primer zángano –pues eso significa la palabra inglesa «drone»– se sembró hace solo dos años en Burlington (Vermont, frontera de Estados Unidos con Canadá). Paul Wallich, físico formado en Yale y periodista científico, estaba saturado de acompañar a su hijo a la parada...
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