Con mucho esfuerzo, un anciano de 77 años con problemas articulares se arrodilló ayer delante de doce jóvenes, ancianas y ancianos gravemente discapacitados, para lavarles los pies, besarlos y saludar después a cada persona con una sonrisa antes de levantarse. Por la debilidad de sus rodillas y caderas, no podía levantarse solo: era necesario que dos personas...
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