Como un Ulises que no necesita salir de Sevilla para añorar a Ítaca. Como un joven que mañana cumplirá ochenta años con la ilusión brillando en los ojos que no se cansan de sentir el asombro que provoca la belleza de la ciudad. Como un nazareno elegantísimo, azul carretería en la noche anticipada de una túnica donde el terciopelo brilla con esa apolínea discreción...
Suscribete para leer la noticia completa: