CUANDO Soledad Becerril llegó a la Alcaldía de Sevilla se encontró con que, tras la Expo y el paso de Rojas-Marcos por el sillón de los pirindolos gordos, el Ayuntamiento debía hasta de callarse, había facturas pendientes en todos los cajones y no tenía ni un duro, de modo que tuvo que ponerse a arreglar las finanzas municipales con un severísimo plan de austeridad...
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