EXISTE un concepto del buen gusto que en la Sevilla de los buenos aficionados al toro o al cante se cifra en una palabra rotunda y precisa: paladar. Cuando se dice que un torero tiene paladar, entonces aparece la sombra detenida del capotillo de Curro, mitad percal, mitad romero. O el sabor a pescao frito que desprende ese cartucho de franela que el servía a...
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