Aquí vio la luz infinita de junio cuando agonizaba el siglo que brilló con el oro y la plata de las Indias. Aquí vivió una infancia a contraluz, puro Caravaggio, con la amenaza de las epidemias que se sucedían como si fueran las avenidas de un río asaeteado por los arroyos que canalizaban el agua y la podredumbre. Aquí aprendió a domar ese trazo que había provocado...
Suscribete para leer la noticia completa: