EN este caso, el tamboril pagado tiene buen son. Porque hablamos del tamboril de «El Tamborilero», el mesón de mi querido Rosendo Martín Fernández, que antes de apagar su pompón por la almonteña calle Unamuno, ha empezado a sonar con pellejo nuevo en un lugar privilegiado, en la avenida de la Juventud, en el mismísimo lugar donde Almonte abre su Museo del Vino....
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