SEGURO que usted, como yo, ha tenido alguna vez el impulso de hacer como Carlos, el chico de Cazalla al que hace 17 años se le tragó la tierra y vive como un ermitaño en un bosque de la Toscana. La tentación de dejarlo todo e irse a un lugar remoto para vivir alejado del trabajo, de las facturas, del móvil, de la hipoteca, del despertador, de la tele, del vecino,...
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