Sentada delante de un café de sobremesa, la política que habla parece hacerlo sobre una balsa de piedra abandonada a la deriva por Génova. El único cabo que la anuda a su partido lo lanzó hace unos meses María Dolores de Cospedal. A ella se siente agradecida. Se sabe sola y rodeada de poderosos enemigos, pero ni pío dice de ellos. Ladran, luego cabalgamos, parece...
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