Hace algunos años, conocí al director de los museos de Palmira, Khaled al Asaad, decapitado por los integristas de Estado Islámico el pasado agosto. Era un sabio y un funcionario honesto. En mayo se portó como un héroe que, ante la inminente llegada de los asesinos, eligió quedarse a salvar las antigüedades y las ruinas a su cargo (aquéllas que Volney glosó en...
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