Seis millones de asesinatos a sangre fría eran un precio muy bajo para alzar Alemania. ¿También, para asaltar el cielo bolivariano?
¿CUÁL es la rentabilidad perenne del antisemitismo? Este verano, un judío de Pensilvania, que canta ska y es apreciado por sus litúrgicas versiones de Bob Marley, fue vetado en el Rototom de Benicasim. ¿Motivo? No avenirse a condenar...
Suscribete para leer la noticia completa: