No fue un héroe involuntario. Impremeditado tal vez, o instintivo, o espontáneo; lo cierto es que Jesús Neira tuvo un gesto de gallardía o de arrojo que la mayoría de nosotros sería incapaz de hacer, y ese acto le cambió la vida. Le costó una desgracia, una paliza de la que salió literalmente descalabrado, y al despertar del coma lo devoró la trituradora de la...
Suscribete para leer la noticia completa: