EN la casa de los abuelos no había más cuadros que dos fotografías, de ella y de él, en las que el lápiz había enjoyado el cuello de la abuela y al abuelo le había dibujado la corbata que el abuelo nunca se anudó en su siempre abotonada tirilla. Fotografías, por ese detalle del lápiz, exageradamente ridículas. En mi casa había una estampa enmarcada de la Última...
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