No sé bien cómo se las arreglaba, pero José Miguel Santiago Castelo hacía amigos en todas las esquinas. Si miramos hacia el círculo en que figuran las letras, allí abundan los que lo conocen y quieren. Si hablamos de la danza, él asistía a lo más memorable de su legado. Venía a Cuba y todos querían saludarlo. Saludar en él a España, la que nos traía de vuelta...
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