Coge la tiza y apunta, que esta tarde no se cobra. La tiza casi gastada de tanto apuntar las rondas; la tabla del mostrador, palimpsesto de caoba donde duermen, ya borradas, las convidadas gloriosas, o bien —hubo que borrarlas— cuentas largas, antológicas, que en la madera dejaron ronchas, ronchas y más ronchas… Si cogiéramos la tiza y a algunos de la poltrona...
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