Cuando un parlamentario fabula incluso con las resoluciones que aprueba la asamblea a la que pertenece, es que ya no sólo es un quimerista sin escrúpulos, se ha convertido en un embelesador de muchedumbres hambrientas, cuyo instrumento de persuasión es el embuste y cuyo objetivo político es la ruina. Sí, la ruina, porque sólo arruinando un país se puede tener...
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