Lo puramente deportivo da paso ahora –siguiendo el guión de lo previsto– a lo puramente absurdo o absurdamente político. La sede de la final de la Copa del Rey de fútbol vuelve a ser una incógnita en un país donde lo sensato y lo políticamente correcto no suelen coincidir. Otra vez, lo importante para muchos no es un partido de fútbol entre el Barça y el Athletic...
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