PROSIGUE el culebrón del pequeño Nicolás, anacleto del CNI, conseguidor áulico y perejil de todas las salsas peperas. El pequeño Nicolás –y pido perdón si la frase parece un trabalenguas de Feliciano de Silva– tiene el encanto de esos impostores que se empecinan en ser algo que no son hasta acabar siéndolo de forma más auténtica de lo que lo habrían sido de serlo...
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