Buen nombre para una formación basada en los círculos viciosos de la corruptela marinera y de los mangazos a discreción
LA corrupción es un atentado contra la ética y contra la estética. De lo primero se habla mucho. De lo segundo, menos. Y eso que hay motivos —recuerde el alma dormida a los caricatos de la «zeja»— para escribir tesis doctorales sobre la degradación...
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