«El aire se serena». Qué milagro Madrid, cuando amanece octubre: luz sólo. Y biblioteca. Antes que el griterío de los hombres empañe los brillantes cristales que acotan su silencio. «El aire se serena». Pocos lujos merecen ser llamados tan puros cuanto el de las mañanas de otoño madrileño: ese cuarzo tan duro como el conjuro mágico de ciertos pocos versos y muy...
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