EL suspiro de alivio que se escuchó en Europa al saber que los escoceses habían dicho no a la independencia debió oírse en la Antártida. Mientras la desilusión se pintaba en las caras de los independentistas –no en las palabras, fieles a su apego a la mentira–, lo que demuestra que no son auténticos europeístas, pues Europa se une o se convierte en un parque...
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