Como bien decía el protagonista de la obra maestra de Jean d’Ormesson, «¡Tolerancia! ¡Hay casas para eso!»
ESTO puede ser un insulto para los burdeles que hay en Cataluña. Porque no es probable que los encargados de una casa de citas puedan mangonear tanto como lo han hecho los promotores de la Asamblea Nacional Catalana. Se demuestra por sus propias actas desveladas...
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