Los chavales guasapean, muy poco impresionados por su nuevo profesor
SE había prometido no mirar atrás, no sucumbir a la melancolía. Después de tantos años en la brega inmisericorde de la primera línea, ¿por qué no disfrutar un poco de su vocación primigenia, la docencia? Sin embargo, los buenos propósitos se desvanecen rápido. Basta una mirada fugaz al paisaje...
Suscribete para leer la noticia completa: