Intolerancia, obstinación, terquedad e intransigencia. Son las palabras que me vienen a la cabeza cuando oigo a la consejera catalana de Educación, Irene Rigau, afirmar que hará lo que sea para evitar que un pequeño porcentaje, el 25%, de las clases puedan darse en castellano. A mí me indigna la indignación de la señora Rigau, que no permite que la convivencia...
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