Todo ha cambiado ahora. Puedo salir del armario y proclamar al mundo que soy un orgulloso «pringao» doméstico
EL otro día madrugué y, para no despertar a nadie en casa, tuve que armar a oscuras la bolsa del gimnasio. El resultado fue nefasto. Unas horas después, en el vestuario de un club de boxeo lleno de tipos que volvían de guantear comentando los golpes, extraje...
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