Como ciudadano español, europeo y del mundo sigo con cierta expectación la evolución del conflicto de Crimea y no puedo evitar hacer una reflexión sobre mi nacionalidad.
Me atraen casi por igual Madrid, Barcelona y Lisboa, y me siento muy cómodo cuando me hablan en catalán, portugués, gallego y, por supuesto, español. Siempre he pensado que esta diversidad lingüística...
Suscribete para leer la noticia completa:

