Democracia y monarquía son, a la larga, in-com-pa-ti-bles; y que todo esfuerzo por compatibilizarlas acaba en la rampa de un juzgado
TODOS los males de España se resumen en que hemos dejado de leer a nuestros clásicos. Si a nuestros príncipes, en lugar de atiborrarles la cabeza con tanto máster mamarracho en Harvard y tanto cursillo de la señorita Pepis, les hubiesen...
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