El 11 de febrero de 2013, la renuncia de Benedicto XVI supuso un potente terremoto que sacudió todos los rincones de la Iglesia con un buen puñado de incógnitas. Cumplido casi un año de aquel gesto inédito, sólo pueden encontrarse consecuencias positivas, que añaden un punto de valor a su renuncia. Desde la continuidad doctrinal –muchas veces pasada por algo–,...
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