El Papa pone rumbo a Río de Janeiro, pero antes de coger el avión ha dejado nuevos deberes a un Vaticano que no solo asiste, complacido, a su amplio e imprevisible repertorio de gestos, sino que comienza a tambalearse a golpe de reformas. El Santo Padre mete la tijera en la burocracia de la Santa Sede, a la que ha impuesto un programa de simplificación y racionalización...
Suscribete para leer la noticia completa: