Como locuaz tertuliano y volcado promotor de las bondades de su tierra, no tenía precio. No hay anchoas más conocidas en todo el territorio nacional que las que él siempre llevaba en sus visitas a La Moncloa. Pero a partir de aquí, la herencia que deja el expresidente a los cántabros es todo un ejemplo de gestión desastrosa. Entre las subvenciones sin criterio...
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