Las alarmas que han sonado desde la lejana Chipre son demasiado ruidosas como para no sacar lecciones, por más que su peso sea el de un mini Estado partido en dos. En la cuarta crisis bancaria, tras las de Grecia, Irlanda y España, la gobernanza europea se muestra fatigada. Seguir tres años más tarde sin diseño institucional digno de llamarse gobierno económico...
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