«Con un esfuerzo repleto de chasquidos, Miguel de Cervantes Saavedra, comisario de abastos del rey, pone en pie sus huesos cansados. Los mismos que, 399 años después de su muerte, habitarán mausoleo de, voto a Dios, tal gran grandeza que, podríamos apostar, el ánima del muerto, por gozarlo, dejará la gloria donde vive eternamente. ¡Que esos huesos ladroneados...
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