«Sorprende que en un gran país como es México no se haya superado la persecución del recuerdo de Cortés: dedicarle una simple estatua se convierte en conflicto nacional. Sólo existen dos bustos del conquistador: uno en su casa de Cuernavaca, donde Diego Rivera se explayó a gusto y de forma feroz en el mural de la veranda trasera, y otro en el ya citado Hospital...
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