«Ese Auschwitz que nos aterra, con su aparente falta de sentido, fue el espantoso capricho de una libertad y una razón a las que se habían arrebatado los principios morales más exigentes. Aquellos principios que, desde el fondo de nuestra cultura, proclamaban que los hombres son iguales. Iguales en derechos, pero, sobre todo, iguales en la condición de su sagrada...
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