«Es precisamente la severísima condena que hace Ortega de la Restauración lo que merece una segunda llamada de atención. Más que en la literatura propiamente regeneracionista, es en el texto que comentamos donde ese régimen queda “satanizado”, de modo que las burdas descalificaciones que más tarde verterán unos y otros, en defensa propia, caen sobre un terreno...
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