«Los intelectuales, en una palabra, no tuvieron que inventar nada para erigirse en líderes morales. Bastaba con dar aire y brío, e infundir elocuencia, en sentimientos y principios enfrentados y ya activos en el cuerpo social. Por cierto, que se puede ser intelectual… y de derechas. Lo fueron entonces Barrès o Maurras. Lo serían después en nuestro país los agrupados...
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