Con el mismo tono de telepredicador, entre petulante y faltón, con que se estrenó hace solo quince meses en Estrasburgo, Iglesias Turrión se despidió ayer del Parlamento Europeo. Y el adiós fue en realidad un homenaje a sí mismo y al mote con el que se ha hecho famoso en los pasillos de Estrasburgo y Bruselas durante este tiempo. Así, «el nieto de Ceaucescu»,...
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