Hace dos años, durante la reforma de la cubierta del Congreso, a los escayolistas se les fue el palustre y se llevaron por delante cinco agujeros de bala de los que dejó en el techo el golpe de Tejero. Aún quedan suficientes disparos, sin embargo, para seguir distrayendo al público que entre motivaciones históricas y folclóricas acude a la Cámara Baja con el...
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