Vestido de blanco, impoluto, y con el apetito que lo distingue, el Papa compartió el almuerzo servido el pasado sábado en la prisión Giuseppe Salvia de Poggioreale, donde tuvo ocasión de charlar con delincuentes de toda condición, enfermos de sida y transexuales. Fue ayer cuando el Vaticano difundió una imagen de este singular banquete, presidido por el Pontífice...
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