Un manto de hondísimo dolor y rabia insuperable cubrió ayer todo Pakistán en el entierro de los 132 escolares y 19 adultos asesinados por el terrorismo islamista talibán, tras una noche de rezos y vigilias en las mezquitas. Peshawar, la ciudad que vivió el más salvaje de los atentados que se recuerdan en el país, fue sin duda la «zona cero» de esa inmensa pena...
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