Si Garcilaso levantara la cabeza y echara un vistazo a las riberas del Tajo, de su querido e inspirador río, probablemente volvería a bajarla para seguir durmiendo su sueño eterno. Aunque quizá no, porque entre la maleza que campa en las cercanías del cauce, tan contaminado, estos días trabaja un grupo de jóvenes voluntarios seriamente concienzados por salvar...
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