Por mucho que repujen los plateros mil veces el suelo que pisa el Señor, es imposible mirar el brillo argénteo de los metales porque arriba está Su cara. Miradla. Decidme si no es ahí resumida toda la Pasión del Mesías. Ahí, en el umbral de esa puerta que cruza la Cruz en sus hombros, fue recibido con Palmas el Domingo y matado con las manos inocentes de Juan...
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