Acostumbrado a ganar, el Barcelona aprende a perder. Lo hace deprisa, anoche ante el Real Madrid. Con el prólogo oficial de abucheos al himno y al Rey que distingue a la afición azulgrana, recurrente y vergonzoso espectáculo al que contribuyó Messi con un escupitajo mientras sonaba la Marcha Real, la final de Copa no defraudó sobre el césped, su sitio natural....
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