En la intimidad, Cristina Fernández de Kirchner quizá se encomiende a santa Rosa de Lima para completar sin más sobresaltos un mandato presidencial que, cuesta arriba, termina el año que viene, pero tiene tan a mano al Papa Francisco que se ha abonado a las peregrinaciones romanas. Ayer volvió al Vaticano. Lo hizo a la pata coja, víctima de un traspié en el hotel...
Suscribete para leer la noticia completa:

