Al poco de la muerte de Lou Reed, organizó su viuda una especie de funeral para cuatro gatos en la arboleda del Lincoln Center neoyorquino, un acto silencioso y desalmado cuya frialdad respondía a los patrones de esa poesía sintética que, hermosa y distante, ha cultivado durante décadas Laurie Anderson. Ayer en Algeciras hizo calor. Había famosos –lo que antes...
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